La fuerza y el coraje

LA FUERZA Y EL CORAJE DENTRO DE TI

 

¿De qué te quejas? ¿A quién culpabilizas? ¿Por qué tienes miedo? ¿Te crees débil?

No hace falta que contestes porque te entiendo.

Has estado toda la vida siendo fuerte, o tú creías que eras fuerte, pero en realidad  has puesto una coraza para no sentir miedo  y hoy, si estás leyendo esto, es porque por fin ha salido esa emoción que te aterra.

No te voy a decir  que no tengas miedo, ni que seas positivo, ni que escuches mantras para seguir tapando esa emoción.

El miedo es tu amigo, no es tu enemigo, forma parte de tu vida, pero cuando lo observas desde el amor, entenderás que solo quiere enseñarte algo de tu vida que tienes que afrontar.

El miedo te bloquea, te paraliza  y hace que te sientas pequeño, pero cuando eres consciente de ello, te paras y lo abrazas, porque no te hace nada, lo creaste en la mente porque tú mismo no quieres afrontar esa situación.

Si te frustras por sentir ese miedo, seguirás resistiéndote a él, le darás más fuerza y no conseguirás que se vaya. En cambio, si lo aceptas y lo observas, tu mente callará los pensamientos que originan ese miedo y tu alma vibrará en amor.

Vamos a contar un cuento:

Esta historia narra la aventura de una niña con un corazón lleno de miedo e inseguridades. Esta niña creció en una familia humilde pero donde no habitaba el amor entre sus padres.  Pensó que era normal, era la forma de dar amor, la rutina, los gritos, la falta de atención y la ausencia de caricias y comprensión era el pan de cada día en este hogar.

Esa niña tuvo que marchar a otro país, allí descubrió otra forma de amar. Sin embargo su autoestima le hacía ser débil, insegura, muy sensible, tanto que en los colegios donde ella iba siempre había niños riéndose de ella, haciéndole cada vez más pequeña ante la vida.

Su día a día era cómo sobrevivir a una vida injusta, pero su corazón le enseñaba aún más su bondad, la compasión, el respeto, la educación, pero en el amor se cerraba cada día más.

Su pasado la perseguía, sus heridas de la infancia ahora saldrían con más fuerza y solo había una solución.

Se fue a la selva africana, quería desconectar de todo el ruido mental de la sociedad, solo quería estar con ella misma y descubrir su mundo interior.

Viajó por muchas montañas, ríos, lagos, caminos llenos de piedras y cruzó desiertos hasta llegar a un lugar mágico.

Era un lugar de la selva donde solo se veían animales salvajes, pero se fijó en uno en particular. Un león, el jefe de la camada, grande y feroz, con unas garras que podría romperte un brazo en un segundo, fuerte, ágil, rápido y mirada de vencedor.  Por un momento pensó que ella quería ser aquel león, demostrarse a sí misma lo fuerte que era.

Se refugió cerca de aquel lugar, en su tienda de campaña de color verde que simulaba a la vegetación existente en ese sitio. Solo quería aprender de los leones, tenía la necesidad de hacerse valiente, fuerte, liberar todos los miedos, gritar y rugir como aquella especie animal, necesitaba gritar a los 4 vientos lo insatisfecha que estaba de la vida.

Encontrar un sentido a su vida, para que estaba allí y  por qué encontraba tanto vacío dentro, nada le hacía ver ese impulso de saltar y ser feliz.

Con el paso de los días se hizo amiga de su soledad, y el comportamiento de aquel león le hacía de sentirse más segura de sí misma.

Un día se llevó una sorpresa, el león la vio y acto seguido corrió hacia ella. Al verle intentó escapar pero no quería seguir huyendo y se enfrentó al león. Cogió un palo gordo del suelo para intentar defenderse de sus garras.

Pero su actitud fue gritar y gritar, tan fuerte que el león conectó con su furia y su miedo, los dos batallaban una pelea de rugidos, pero ella se dio cuenta que se hacía cada vez más fuerte y volvía a la vida después de tantos años escondida en una cueva maldita.

El león percibió su fuerza, su coraje y su valentía, por lo que en vez de atacarla, con su hocico comenzó a darle cariño y muestras de afecto.

Ella tiró el palo al suelo y acarició el lomo del león y lo abrazó tan fuerte que le salió unas palabras del corazón:

GRACIAS POR SER TÚ EL QUE ME HA ENSEÑADO MI MIEDO MÁS PROFUNDO, MIEDO A SER YO, MIEDO A MI MISMA, MIEDO A MI PROPIA LIBERTAD, MIEDO A SER AMADA, MIEDO A AMAR, MIEDO A GRITAR LO QUE QUIERO  Y CUANDO QUIERO, MIEDO A NO PERDONAR EL CARIÑO QUE NUNCA RECIBÍ.

Con las lágrimas en los ojos miro al león y a partir de ese momento se prometió buscar a ese león dentro de ella cada vez que el miedo la visitara, había sanado su infancia, comprendido el para qué estaba aquí y el aprendizaje de toda una vida por descubrir.

Como por arte de magia su corazón abrió las puertas a ser amada y amar, descubrió ese sentimiento tan mágico en cada ser, cada experiencia que le mostraba la vida, y la pasión por la vida le hizo sentirse viva a cada momento, dando las gracias a este regalo tan maravilloso llamado VIDA.

Todos tenemos la fuerza y el coraje de un león.

 

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